jueves, septiembre 21, 2006

JOSEPH Vs. RATZINGER

CONVERSACIONES ENTRE EL PAPA JOSEPH Y EL PROF. RATZINGER CON NOTAS SEGURAMENTE EXAGERADAS DEL AUTOR

Por fin el Papa se quedó solo en su despacho, una sala donde apenas cabían unos muebles: Un enorme escritorio Italiano del siglo XII, que le fuera regalado al papado por algún príncipe poderoso; varias sillas francesas Luis XIII; un sillón inglés específicamente diseñado para fumarse unos deliciosos cigarros habanos (que estaban sobre el escritorio) y degustar una de las miles de botellas de vino que, guardadas según la antigua tradición cristiana, representan la sangre de cristo; una decena de cuadros de Raphael Sancio, Miguel Angel, Leonardo, El greco; una biblioteca de tres metros de alto, repleta de ediciones originales de algunos de los libros más santos de la humanidad, algunos de los volúmenes más “perversos”, “herejes” y amantes de la ciencia y, por supuesto, algunas revistas subidas de tono que había dejado allí algún antecesor; había también una pequeña televisión pantalla gigante que le había enviado una conocida compañía japonesa en felicitaciones por su ascenso a máxima autoridad de lo divino en la tierra y un DVD que hacía juego. El prof Ratzinger veía todo esto y se preguntaba cómo con tan pocas bagatelas se podía dirigir a la cristiandad. ¿Es que acaso el papado había hecho algún voto de pobreza?

Había pasado todo el día firmando papeles, preparando conferencias, dando bulas, escuchando en audiencia a algunos pobres cristianos. Encendió la tele y lo vió, vió como miles de musulmanes llevaban su foto en alto y gritaban algunas palabras en Arabe. Lo había logrado, era todo un ídolo POP en Iran, Irak (medio destruido, pero ahí estaba), Qatar, Arabia Saudita, Turquía, El Líbano (o lo que quedaba de él), Argelia, Marruecos, Afganistán (o bueno, lo supuso porque protestaban detrás de los soldados norteamericanos), Pakistan, la India, Egipto (una vez más lo supuso por las hermosas pirámides, aunque dudó, igual podía ser México), Siria, Libia, Tailandia, Filipinas, Oman, Palestina, (esta vez si no dudó pues al fondo ondeaba la estrella de David), otros cientos de países más y algunos barrios de Paris. Claro, no entendía por qué quemaban su retrato, sería alguna forma de adoración musulmana. Entonces lo comprendió. Medio mundo estaba arrecho (Grosería venezolanísima que denota una gran molestia, así que ojo, no confundir con grosería de otros países que denota una gran subida de líbido) con él aunque la razón parecía ser una malcriadez.

Y parecía una malcriadez porque el Papa no se equivoca. Así lo había explicado un millón de veces en sus clases de “teología aplicada al dominio del mundo cristiano”. El papa abre la boca pero las palabras salen del espíritu santo...

- Que haces -oyó la voz del Papa Joseph en su cabeza -
- Nada. Aquí, contemplando a este mundo indisciplinado. ¡¿Por qué se le habrá ocurrido a Clemente quemar a los templarios?! No podeMos reclutar a unos exmarines norteamericanos para someter a los impíos – Contestó el profesor Ratzinger.
La cara del Papa variaba, a ratos, de tranquila a dulce y de dulce a agria. O sea, variaba de Sumo Pontífice a Zumo de Melón y de ahí a Zumo de Limón.
- Pero profesor. Ya nosotros no hacemos eso, amamos la paz.
- ¿Cual paz? ¿Cual? ¡Disciplina es lo que necesita este mundo! Si no se equivocaban hace mil años, ellos son unos bárbaros.
- Bárbaros o no, mi querido profesor, sólo con la paz podemos llevar el mensaje de Cristo y el mensaje que diste. Esa cita desafortunada, fue un error tremendo.
- Nosotros no nos equivocamos – Dijo de nuevo poniendo su cara de acidez.
- Pero sí nos equivocamos, profesor.
- Jamás, mi querido Papa. Lo he dicho un millón de veces. El papado nunca se equivoca.
- ¿Pero, cómo se te ocurre decir que el Corán solo se ha impuesto por la espada?
- No solo se me ocurre, si no que lo sostengo.
- Pero, profesor, se olvida usted de la espada cristiana.
- No, no me he olvidado. Aquí la tengo – Y mostró una espada, alemana, del siglo X, también de algún antecesor.
- ¿De dónde has sacado eso..? Bueno, tranquilicémonos. Quería decir: ¿que si te olvidas de que la cristiandad ha iniciado más guerras que el islam?
- Me atengo a la historia.
- ¿A cuál historia, la que habla de las cruzadas, de la inquisición, de la persecución a los reformistas, del imperio azteca, del imperio inca, de los pobres Yanomamis, de la primera y segunda guerra mundial, de los judíos metidos en hornos por fanáticos cristianos... católicos..?

El profesor Ratzinger se vio descubierto y rompió en berrinche

- Es que esos seguidores de la media luna nos han quitado nuestro lugar como primera religión del mundo.
- Tú siempre pendiente de las posiciones. Pero ahora, fíjate cómo tu clasecita nos ha puesto.
- ¡NOS HA PUESTO DONDE DEBEMOS ESTAR, A LA CABEZA DEL MUNDO CRISTIANO... DONDE DEBEMOS ESTAR... NO COMO NOS DEJO ES DEBILUCHO DE GIOVANNI PAOLO II! – Arremetió el profesor retomando de nuevo su poder.
- Cuidado, profesor. Nos está Molestando lo que dice.
- Tú también eres un debilucho, Papa Joseph. Hace años que debimos ser Papa para devolverle a esta santa sede su grandeza, así sea por la espada.
- ¿Que dices? - Dijo el Papa Joseph, horrorizado - ¡Nuestros oídos no pueden escuchar tal herejía..!

Sin oír las ultimas palabras de su alter ego, el profesor Ratzinger seguía diciendo...

- ...Sí, recuperar tierra santa – La cara del Sumo Pontífice exhumaba delirio de Grandeza - Recuperar Outremer, el imperio bizantino, Oceanía, África... ¡Pero no nos quedemos allí, quememos a los santeros, los vudús, los paleros, los brujos y los charlatanes, expulsemos a los calvinistas, acabemos con los anglicanos, persigamos a los comunistas, socialistas, a los que se vistan de rojo, a las que no se casen de blanco, a los que usen preservativos, a los doctores que practican un aborto, a los homosexuales, a los bisexuales, a los heterosexuales promiscuos, al que inventó Internet! En fin, ¡reunifiquemos el imperio bajo el signo de la cruz, de la verdadera cruz, porque las otras son chimbas! (Otro venezolanismo: dícese de lo que no es fino o verdadero). ¡Dadme un ejercito y moveré el mundo!
- ¡A ese paso sólo te vas a quedar como con 5 mil almas!!!!!! – Contestó el Papa - ¿Qué vas a ser? ¿El líder de la minicristiandad?
- Disciplina...
- Pero si no somos un general. Y mucho menos un inquisidor.
- Pues si lo soy... Soy el gran inquisidor.
- Ergo, no eres el papa.
El profesor Ratzinger dudó ante ese alarde de lógica del Papa Joseph...
- Pero...
- Ergo, te equivocaste.
- Pero...
- Ergo pide perdón.
La tarde del lunes, en un escueto comunicado del Vaticano, el Papa, al fin en control, pidió perdón por haber insultado a Mahoma, a sus seguidores, a su religión y a su cultura.

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